

Al escribir estas líneas me he enfrentado a lo que se conoce como "bloqueo del escritor", al concentrarme en escribir de forma sencilla y clara me descubro, de pronto, escribiendo aún más barroco y parco. Es como si el perfeccionismo al estar escribiendo redujera la fluidez de mis ideas. Muchas veces insistí a mis alumnos en clase de dramaturgia que el primer borrador de toda obra de teatro debe de ser un juego, como cuando un niño juega a los súper héroes con su primo, no se juzga, solo lo hace. He descubierto lo difícil que es aplicar esa regla en el mundo de la filosofía, escribir jugando y jugar con la escritura sobre conceptos filosóficos, autores, cuestiones profundas... todo sin sentir la responsabilidad de escribir perfecto o, por lo menos, discurrir adecuadamente. Pero, ¿no es el afán de perfección lo que inhibe la creatividad? ¿Será posible realizar un primer borrador filosófico despreocupados del deber ser del escrito? Al fin y al cabo, las reglas sobre cómo escribirlo correctamente ya se encuentran en nuestro subconsciente. Quizás sea mejor escribir sin compromiso para lograr un escrito comprometido, es decir, el escribir sin exigirnos, para editarlo posteriormente con gran exigencia y rigor, pero una vez que el texto haya sido parido con fluidez y, sobre todo, con deleite.
El lograr lo que Ferrater Mora plantea al decir que "la más viva filosofía se complace en elegir términos 'vulgares' para otorgarles un sentido insospechado" (p. 111) requiere del juego del filósofo. Saber ser como un niño y jugar al escribir. El no tomar tan enserio las magnas cuestiones sobre las que se discurre, para manipularlas y dominarlas con plena confianza, el divertirse escribiendo para hundirse en el dulce sabor de la filosofía, escribir por placer, como si nadie fuese a leerlo jamás. He descubierto que escribo mejor cuando pienso que nadie me va a leer, sucede que se desinhiben y agudizan todos mis procesos de razonamiento dando lugar a magníficos descubrimientos y reflexiones. En fin, una vez que se dé a luz una gran reflexión, le corresponde al escritor convertirse en adulto de nuevo y abocarse a editar afanosamente su texto.
Cuando me conecto con lo más profundo de mi ser, y evoco mis más profundos pensamientos, esos que no salen a la superficie en la cotidianeidad, es cuando escribo con mayor belleza, porque esas letras no son solo verdad, sino que son verdad interior. Y cuando una verdad interior pasa por la revisión rigurosa de un escritor formado, se puede convertir en una verdad pública.
4 comentarios:
Siempre es bueno escribir, aunque no siempre se tiene el hábito de hacerlo. Aprovecha el ímpetu que traes y has de esta asignación un hábito, yo por mi parte trataré de hacer lo mismo.
Muchas gracias Jerry, por tu comentario. Aprovecharé al máximo mi inspiración porque "con la práctica se hace al maestro". ¡Un abrazo primo!
Me encanta como escribes! Y me identifico en muchos de los pensamientos de tu articulo! Muchas felicidades!
Muchas gracias a Anónimo por las felicitaciones. ¡Saludos!
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