Estos últimos días he sufrido una sublevación interior. Recuerdo un antiguo empleo en donde la jornada de trabajo diaria era de diez horas, diez horas más tareas para realizar en casa por las noches... Un buen día, cuando mi ex jefe me encargó la lectura de un nuevo libro en horas extras, protesté, con justa razón, creo yo. Sin embargo, ante mi queja, él exclamó: "Toda la semana has atendido asuntos urgentes, pero la lectura de este libro no es urgente, es importante. ¿A qué le vas a dar prioridad?". Me quedé muda, y me acometí a la lectura de dicho libro. Me di cuenta de que me podía convertir en una de esas personas que viven como el conejo de "Alicia en el país de las maravillas", siempre con prisa, siempre corriendo para atender un asunto urgente, pero nunca dispuestas a sentarse, tranquilizarse y leer un buen libro o tener conversaciones valiosas con sus familiares o amigos. Tomé mis prioridades, y renuncié a dicho trabajo salvando mi salud mental y física. Decidí buscar un trabajo en donde se prime lo importante, aunque el sueldo no fuera muy bueno, regresé a la docencia después de seis meses de frenesí laboral (aunque con excelentes sueldos). No obstante, justo ahora me siento igual que como en ese antiguo trabajo, en un frenesí académico. Un frenesí académico no sólo urgente, sino importante. Pocas veces en tu vida te enfrentas con actividades que reúnan ambas cualidades.
Me parece gracioso que mis momentos de mayor inspiración lleguen en los picos de la acumulación de trabajo, entre más trabajos pendientes tenga, mayor inspiración me llega sobre mi novela. Me encontré el día de ayer terminando la mitad de la estructura de mi historia cuando claramente debía estar haciendo un trabajo atrasado... Me parece curiosa la manera en la que funciona el subconsciente, sinceramente preferiría que mi inspiración me llegara por las mañanas como a Henri Poincaré, pero me llega como a Picasso, cuando estoy trabajando, ¡pero en otra cosa! La frase memorable de este gran artista, "Si me llega la inspiración, que me encuentre trabajando", se cumple con inmaculada perfección en mi vida, me siento tan especial... Pero después de hacer una pausa, con una sonrisa en mis labios, y saborear la dulce inspiración que me ha llegado, bajo mi mirada a la computadora, doy un suspiro y... vuelvo a lo urgente. A la tan objetiva programación didáctica que debo entregar pronto... Y es entonces cuando despido con tristeza a mi inspiración y le digo: "no eres tú, soy yo... creo que debemos separarnos por un tiempo... Oh no, no te sientas mal, esto no es un rompimiento, es sólo que necesito espacio". Y vierto luego toda mi fidelidad a lo urgente, perspirando las horas y los días en espera de un descanso. Me pregunto, ¿y la inspiración no será como las personas despechadas que te dicen: "¡déjame y cuando regreses a ver si sigo yo aquí esperándote!"? ¿Estará la inspiración esperándome en mis momentos de descanso?
Reflexiono sobre las jornadas de cinco o seis horas de trabajo para producir dos folios de "texto final" y me pregunto: ¿cuándo fue la última vez que tuve cinco o seis horas libres al día? Francamente, la última vez fue cuando era alumna de bachillerato. Casualmente, mi mayor producción artística fue durante ese periodo, produje doce capítulos de mi novela, cien páginas en total. Al releerlas no me parecen buenas, pero en fin, fue una producción cuantiosa. Lo más que he producido en los últimos nueve años han sido tres primeros capítulos fallidos. ¿Cuándo dispondré de tiempo para lo importante? Y ahora viene la reflexión sobre la actualidad: en un mundo en el que se te exige cada vez más horas de trabajo, más títulos, más publicaciones, más dinero, más cosas o permanecerás desempleado, ¿cuándo voy a encontrar tiempo para lo importante? Y sé que no soy la única que se siente presionada a convertirse en la mujer maravilla para lograr conseguir un trabajo, aunque sea mal pagado, siquiera para trabajar en la cafetería del colegio para por lo menos estar dentro... ¿No les suena esto un poco... patético? Recuerdo las palabras de Dios a Adán y Eva antes de expulsarlos del paraíso en Génesis 3 18:19: " La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente"... ¿Oh, qué daríamos hoy para poder sudar nuestras frentes para ganarnos el pan? Ahora parece que el sudor en la frente no es suficiente... Estaría en orden entonces organizar una 15M internacional en protesta a los abusos cometidos por Adán y Eva y reclamemos una sociedad más justa, en donde la tierra no nos dé espinos y cardos. ¿Qué opinan?
En este escrito no estoy intentando promulgar una queja en contra de la humanidad, la crisis económica mundial, el materialismo y el activismo actual, más bien es que estoy produciendo un texto que es fruto de mi fidelidad a lo urgente, ¡yo soy una víctima más! Y yo sólo digo, si Berlusconi dimitió, ¿por qué Adán y Eva no han de hacerlo como Padres de la Humanidad si ellos fueron los que nos metieron en este embrollo...?