Alientos...
Alientos como verdes estepas en el alma del hombre. Alientos como escarcha
iluminada de un corazón que vibra. El terciopelo blanco de las nubes y el
vibrante color de un bosque salvaje. “Alientos de un hombre común”, es poesía
escrita con la tinta de un alma en carne viva, jugo que recorre nuestro pecho
que nos toca e inflama.
Enrique
Mercadillo crea monumentos de la palabra construidos con la pasión de un beso,
la ternura de un niño y la impetuosidad de un oso. El arquitecto de esta obra poética, eterno
romántico, sabio filósofo y gran amigo, logra erigir un hogar espiritual para
su lector.
“Alientos
de un hombre común” es más que solo poesía, es una visión de la vida, un viaje
hacia el autoconocimiento, a “serlo todo.” Sus palabras evocan imágenes eternas
de mundos paralelos, esos que existen en las ánimas de todo y de todos. Todos
somos uno en su poesía sin tiempo, límites o espacio. Dota de auras espirituales
a cada rosa, a cada montaña, nos hechiza con sus musas y nos forja sueños entre
sábanas satinadas.
Con
estas palabras, quisiera hacer honor a la dedicatoria de este libro, tomando
como punto de partida los padres que le dieron la vida al autor, sus hermanos
con quien compartió su camino, continuando con sus hijos que le dieron el
aliento a esta obra y, finalizando, con el sentido del aliento, que son las
musas. Estas palabras que les comparto más que una reseña, son el fruto de la
inspiración que este texto encendió en mí. Este libro es fuente inagotable de inspiración,
belleza y color. Lo que a continuación leeré, es la creación que nació gracias
a la música de estos “Alientos”.
Los padres y la libertad
Enrique
nos guía entre senderos de libertad y miedo; la eterna paradoja.
“Anhelos
rotos, uno tras otro.
sentencias
que permanecen
aun
después de la muerte del juez,
horrores
ocultos de una niñez que nos debe.”
“Gastamos una vida persiguiendo el sueño de
otros.
Todos
lo deseamos en una mañana con sonrisas.
Nadie
lo encuentra en el aleteo de una mariposa.”
(fragmentos
del poema: “Estelas de vida”)
Los
padres pueden ser nuestro cielo, a la vez que nuestro infierno. Nuestra
seguridad hacia afuera y nuestros miedos internos. ¿Cómo vencer el miedo? ¿Cómo
llegar a una libertad plena, mirando con nuestros propios ojos y escuchando
nuestras propias voces? La lectura de sus textos nos evocan estas cuestiones.
¿Cómo ser sordos al ruido de la sociedad y al estruendo del río por el que se
nos demanda navegar? ¿Cómo lanzarnos a ese mar de nuestra vida, y tomar el
timón en dirección a nuestros anhelos, en lugar de remar en el río de las
expectativas de otros?
“Construí
un espacio para guarecerme
y te
perdí, libertad.
Buscándote
en los basureros de la vida,
te
creí oculta en la rebeldía,
y
pelée hasta morir sin ti, libertad.
No
llegaste a ninguna de mis luchas,
elusiva
y engañosa libertad”.
Fragmentos
del poema: “¿Libertad?”
Hermanos, compañeros de viaje
Los
padrinos de su poesía, los copilotos de su infancia, los honestos consejeros
forjadores de su experiencia núbil. Luces críticas en el andar y faros de
veracidad en nuestro camino.
Quienes nos toman de la mano y nos guían; quienes son cómplices, cuando lo
necesitamos. Ellos acompañado al autor en su camino, su poesía no sería si
ellos no hubieran existido.
Los hijos, que dan el aliento
En el
dolor de parto nace el aliento, ese que con llanto infantil nos otorga la vida
de nuevo. No nacen ellos, nacemos nosotros. Pues son los hijos, los que nos dan
la vida. Cuando estamos bajo tormenta, son ellos quienes nos dan el aliento
para levantarnos y seguir, ellos son el aire que nos mantiene aquí. Los hijos
son aliento, aliento, la vida; gracias a los hijos por esta poesía.
Las musas, que dan el sentido
Las
diosas inspiradoras, guerreras, apasionadas y sempiternas. Esas diosas que le
dan sentido al aliento, y por ende, a la vida. Nos dejamos el alma por sus
fragancias en una mañana de invierno, que nos seduce y calla. Con una caricia
que nos derrumba y teje. Sueños de tierno dolor y sufrimiento sublime, anhelos
de amor roto y desprecios cariñosos.
Ese
intoxicante deleite de la musa que nos da sentido:
“Conociéndote
comprendí
que
debía mantenerme lejos
del
aroma intoxicante de tu piel
de la
trampa infinita de tus labios”
Así
que te encontré y
te
perdí en el mismo instante.
Te amé
y te odié
desde
todo mi ser y hasta la eternidad
Después
quizá, pueda haber otra oportunidad”
Poema “Intoxicante”
Esa
adicción al ser amado, la necesidad desgarradora de la esencia de esa persona.
Un
libro romántico, lleno de musas, de pasión y desamor, ese es este libro, que
nace en filosofía y termina con la definición de su autor. Enrique, en su poema
“Soy”, echa un vistazo a la bóveda celeste de su ser, erizándonos la piel y
transportándonos a mundos de colores infinitos:
Soy
“Un
tiempo sin distancia,
el eco
de un pasado,
la
muerte de un silencio
el
cielo con estrellas,
pero
sin luna.
Soy a
veces demasiado;
en
otras, alcanzo el Universo.
Regreso
del pasado,
reniego
del futuro.
Soy
presente eterno y liberado,
arena
de mar en una ola,
enjambre,
locura, respuesta,
la que no esperas.
Soy
eso que se me olvida,
lo que
hice y ya no importa,
lo que
cambia y ya no es,
el
miedo de una mañana.
Soy a
veces adormilado,
indiferente
ante el recuerdo repetido,
descanso
a la sombra de una rosa,
el
canto de alguien.
Soy
también el llanto de un niño,
el
sueño de un viejo.
Soy
todos y ninguno.
Soy
hombre, sexo, agresión, silencio.”
“Soy
inicio y final.
Soy
eterno aliento,
posibilidad
e insolvencia.”
Recomiendo
para disfrutar de este obra, paladear un poema a la vez. Catar el aroma de cada palabra, escrutar las
tonalidades de cada verso. Tener una copa a la mano y un paisaje a la vista, ya
sea de la amante naturaleza o de ese alguien que es, fue o será nuestro amor
apasionado. Verter en nuestros ojos el vino del poema y dejar que su sabor nos
embriague de luz escarlata.
Sobra
decir que recomiendo esta obra, sea para ornamentar su espíritu con reflexiones
brillantes, para pincelar de pasión su experiencia de vida o si les falta el
aire para la creación, oréense un poco con estos “Alientos de un hombre común”,
entonces las musas visitarán su hogar.
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